LA EVOLUCIÓN DEL SEVILLA DE SAMPAOLI


Nunca ha sido fácil pedir tiempo en un deporte en el que los segundos marcan la diferencia entre el acierto y el error. Menos aún cuando el equipo viene de años de títulos y tiene tanto temor a lo desconocido. Y Jorge Sampaoli y Juan Manuel Lillo simbolizaban a la perfección ese miedo. Y no precisamente por falta de prestigio internacional, sino por una idea de juego que han vendido cientos y han cumplido solo algunos elegidos. El sevillismo es una afición incrédula. No cree en el paraíso sin esfuerzo, y desgraciadamente, el fútbol está repleto de intelectuales con la receta mágica en los bolsillos, maestros del engaño. Y por qué no decirlo, la patria nervionense no termina de acostumbrarse a jugar sin extremos que pisen la cal y dos delanteros en el área cazando remates.

También suma la caricaturización que se ha hecho de Lillo a nivel nacional. Desconozco si el problema es el lenguaje, o es el camino más sencillo para que muchos camuflen su ignorancia, pero la realidad es que algunos se permiten el lujo de no escucharle, y peor aún, una pretensión bastante estúpida de ridiculizar lo que dice. Esa maldita venda de quien cree que lo sabe todo y no quiere "que le cuenten milongas".

Pero Sampaoli y los suyos siempre han sido fieles a sí mismos. Hay que hacer ciertas puntualizaciones para que no se confundan dos conceptos que a veces no se usan como debieran. Estilo de juego y modelo de juego. El estilo se relaciona con el tipo de juego al que pretende aspirar el equipo (combinativo, directo), "es la marca personal del entrenador (o del club) que se repite en el tiempo. El ADN". (Crespo, 2014). El modelo es la forma que tiene de conseguirlo. "La concepción de un modelo de juego deberá atender a la especificidad de las características de los jugadores del equipo, de forma que puedan exprimir natural y eficazmente sus propias capacidades. Uniendo y sincronizando todas esas capacidades, se establece la posibilidad del equipo para responder como un todo ante las diferentes situaciones de juego" (Castelo, 2008). Sampaoli no ha rectificado en su estilo, sigue siendo el mismo desde que llegó, lo que ha ido adaptando ha sido el modelo, como hacen todos los entrenadores del mundo. Porque los modelos, al fin y al cabo, tienen que ir adaptándose a los jugadores, a las situaciones, y a una evolución que no se puede predecir, aunque se pueda encaminar. Se trata de pulsar las teclas, aproximativas, que permitan al entrenador y al equipo conseguir lo que se quiere y competir mientras lo hace.

El propio Juanma Lillo hablaba de crear estructuras a principios de temporada: "Todo lo que construyas estructuralmente es para que eches mano de ello coyunturalmente (...). Vas generando estructura para que en cada momento, coyunturalmente, estés en la mejor disposición de asumir eso". Las estructuras potencian a las individualidades, porque construyes un hábitat en el que puedan ser ellos mismos, y partir de ahí, acercarse al resto. Las sinergias entre jugadores que sienten lo mismo terminan surgiendo, pero el entrenador tiene en sus manos facilitar el camino, no poner piedras. A finales de Julio ya hablaba sobre el tiempo que precisa la complejidad de la idea, no solo para que la asimilen, sino para que lleguen a sentirla. Prescindir de ese espacio es un riesgo habitual en un deporte en el que prima la inmediatez, por eso hay entrenadores cesados a los 2 meses con contratos a 3 años. Y el tiempo ha merecido la pena, porque el Sevilla sigue inmerso en su proceso de evolución. Samir Nasri matizó muchas cosas, y parece que todos tienen la oportunidad de hacer lo que quieren. Las estructuras no son cárceles, sino prolongaciones del talento individual al servicio de una causa colectiva. Que el "yo" desaparezca en favor del "nosotros" sin que se sienta cohibido. A veces de acciones individuales surgen principios colectivos. El jugador debe saber no solo lo que tiene que hacer, sino lo que hace el compañero. Y asimilar todas esas cosas lleva tiempo.

El equipo de Jorge Sampaoli ha asentado un esquema -que no tiene miedo en modificar en función del rival o de las necesidades -. El 1-3-3-3-1, con Rico en portería; Mercado, Pareja y Rami en línea de 3, Mariano, N´Zonzi y Escudero en el siguiente escalón, Vitolo, Nasri, Franco Vázquez coronando la zona de mediapuntas y Vietto en punta. Más los recursos puntuales que puedan ofrecer otros futbolistas. La línea de 3 centrales permite a N´Zonzi recibir más arriba, y por tanto redistribuir mejor los espacios (3+2 en salida sobre el que se articula una superioridad posicional). El Sevilla se quita metros de creación y suma a N´Zonzi + Nasri en la línea donde presiona el rival, lo que abre más oportunidades para sortearla. Si los 3 de atrás se han convertido en el sostén de N´Zonzi y Nasri, los laterales no paran de ofrecer soluciones. A los medios, porque siempre encuentran una línea pase en banda, y a los extremos, porque doblan sus posiciones liberándolos de la marca del lateral o la centran, liberándolos de la de los mediocentros rivales. El objetivo es que Vitolo tenga espacio y tiempo para correr. El Mudo y Nasri son los grandes precursores del ritmo. Nasri porque está en todas partes, y eso activa a todos, y el Mudo porque lo acelera y desacelera en cada conducción. Y Vietto es el complemento ideal para cualquier sociedad, el amigo de todos. El principal problema del Sevilla es que, de momento, no terminan de aprovechar los movimientos dentro-fuera de Vietto, porque nadie ocupa su lugar y la zona de remate queda despoblada.

Los problemas en salida no han desaparecido, pero si han surgido soluciones. El Sevilla encuentra la manera de saltarse la presión del rival, bien en combinaciones cortas, bien en balón directo y presión a la zona de recepción para juntarse muy arriba. Y con la idea por encima de todo. Todavía el juego es discontinuo, hay tramos en que cuesta mucho hilarlo, pero han conseguido sobreponerse a la baja de Nasri con un nivel de efectividad excelso. Y eso es fruto de un trabajo estructural que posibilita muchas cosas. Y una dirección de campo inmaculada que siempre consigue cambiar las dinámicas del juego. No hay estrategia que no pueda moldearse y adaptarse al contexto. Falta que jugadores como Correa, Kiyotake o Ben Yedder puedan generar soluciones en contextos muy determinados, cuando el equipo transite más que elabore, y que permitan sumar variantes a un modelo poblado de recursos. De momento, el Sevilla cada vez se parece más a lo que quiere el cuerpo técnico, y eso es el síntoma más determinante de la buena dirección del proyecto. Salud y fútbol. Y disfruten, que es la clave de todo.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Interesante análisis el que haces en los primeros párrafos.

    Discrepo algo obre el esquema de juego, yo más que en 3-3-3-1 creo que jugamos con un 3-4-2-1 cuando está Nasri ya que el galo comienza casi paralelo a N'Zonzi, aunque es cierto que termina en la mediapunta. En salida de balón se forma a veces una línea de 4 jugadores (Escudero, Mariano, N'Zonzi y Nasri) y cuando se busca más la puerta rival se quedan los dos franceses solos quedando en salida casi con un 3-2-4-1 (con Escudero - Vitolo - Mudo - Mariano) más avanzados.

    Respecto al tema Vietto, no termino de ver claro si hace falta un delantero de otro perfil. Ese otro delantero nos daría más gol y más peligro en el área, pero ¿llegaríamos con tanta facilidad arriba sin un delantero que "mediapuntee" tanto? ¿Marcaría tantos goles la segunda línea? No estoy seguro... no obstante, Vietto tiene que elevar sus prestaciones, eso sí lo tengo claro.

    @dmvsfc

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  3. Totalmente de acuerdo con lo q escribes sobre Vietto,cuando el balón llega a zona de remate Vietto no ocupa ese lugar pero a sido parte en la creación d la jugada.Otro delantero?..... No lo veo mal en el sentido de incorporar a la plantilla una nueva alternativa de juego,la que habria que trabajarla.
    Gran articulo.

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